Reducir horas de trabajo del Residente en formación aumentaría los errores

Así se pone de manifiesto en un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan y publicado en JAMA Internal Medicine.
El informe se fundamenta, básicamente, en que limitar las horas de trabajo de 30 a 16 horas consecutivas, según una norma de 2011- a los residentes de primer año ha dado como resultado un incremento en los errores referidos por los propios médicos. De hecho, desde que se puso en marcha la nueva norma, el porcentaje de residentes que informó sobre un error que perjudicó a un paciente aumentó un 23,3 por ciento.
Con los nuevos límites horarios, los facultativos dicen que se ha deteriorada la calidad asistencial y que se derivan más pacientes a otros especialistas, de manera que aumenta sustancialmente la posibilidad de cometer errores médicos, según otro estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins, también publicado en JAMA Internal Medicine.
Ambos estudios indican que el tiempo extra que el residente tiene para descansar como resultado de la reducción de su jornada no es relevante, que las tasas de depresión en los MIR estadounidenses tampoco han disminuido significativamente, y que el tiempo dedicado a su formación se ha visto mermado por la nueva norma de 2011. Sin embargo, ambos estudios reconocen que hacen falta investigaciones más profundas para lograr una conclusión más precisa.

Casi una de cada tres resonancias magnéticas lumbares son innecesarias

En España se hacen cada año cerca de un millón de resonancias magnéticas lumbares. Cada una cuesta, de media, 244 euros. Solo hay que multiplicar para hacerse una idea del gasto que supone, entre la sanidad pública y la privada, esta prueba diagnóstica. Un gasto que, en muchos casos, es más bien un derroche, según un estudio publicado en la revista European Journal of Radiology y presentado hoy en la sede de la Organización Médica Colegial. Sus autores concluyen que aproximadamente el 30% de las resonancias realizadas por dolor lumbar son innecesarias. Y no es ese el único problema. Realizar esta prueba cuando no está indicada aumenta hasta un 400% el riesgo de que el paciente sea operado inútilmente, según ha explicado hoy el autor principal del estudio, Francisco Kovacs.
El trabajo, financiado por la Fundación Kovacs, recopiló datos de 602 pacientes atendidos en 12 servicios de radiología públicos y privados de seis comunidades autónomas. Los resultados demuestran que, como mínimo, el 11,9% de las resonancias magnéticas (RM) lumbares prescritas a pacientes con y sin dolor referido son inapropiadas. Un porcentaje que aumenta hasta el 17,2% en la sanidad privada y hasta el 27,8% entre los pacientes sin dolor irradiado a la pierna. El estudio es muy conservador, según Kovacs. “Se trata de porcentajes mínimos, no reales. Seguramente hay muchas resonancias entre las apropiadas que realmente no lo eran”, ha explicado. La intención de los autores era asegurarse de que las RM clasificadas como dudosas o inapropiadas realmente lo fueran, aún a costa de considerar como apropiadas las que no. Kovacs añade que otros estudios hablan de un 80% de resonancias innecesarias.
La sanidad privada derrocha más recursos que la pública, según el autor del estudio
“El derroche de recursos sanitarios es mayor en la privada que en la pública, así que no tiene sentido, como se está diciendo ahora, afirmar que la privada es más eficiente”, ha afirmado Kovacs. El porcentaje de resonancias inapropiadas se duplica en la sanidad privada (17,2%) frente a la pública (7,4%), según los datos que proporciona el estudio, que también analiza el tiempo transcurrido entre la prescripción y la realización de la prueba. En la sanidad privada se tardaron, de media, cinco días. En la pública, 36.
“Estamos seguros de que ningún médico ha pedido una resonancia de mala fe, para dañar al paciente”, ha precisado Kovacs, que ha explicado los posibles motivos del exceso de prescripciones innecesarias: ejercer la medicina de complacencia, es decir, la que da la razón a las peticiones del paciente; la medicina defensiva “para cubrirse las espaldas desde el punto de vista legal” o, en el caso de la privada, “los incentivos económicos para hacer resonancias magnéticas o para operar”. En los 602 casos analizados (edad, sexo, nivel académico, motivo de prescripción, existencia o no de signos clínicos que se identifican como posibles causas para pedir una RM lumbar, etc.), la prescripción se clasificó como apropiada, dudosa o inapropiada de acuerdo con los criterios actualmente aceptados por la comunidad científica internacional, explican los autores. Solo con que hubiera un solo signo clínico que indicara la conveniencia ya se indicó apropiada.
El estudio también plantea soluciones, han subrayado sus autores. Una de ellas consistiría en dar mayor poder a los radiólogos, de manera que puedan negarse a hacer las pruebas o, al menos, hablar con los médicos prescriptores para analizar los casos. Estanislao Arana, radiólogo de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología, ha afirmado que los resultados “demuestran que los radiólogos pueden identificar correctamente las resonancias magnéticas lumbares que no están justificadas, por lo que darles un mayor papel ayudaría a reducir los riesgos y costes innecesarios”. Los autores también proponen aplicar programas de reducción del uso inapropiado de la RM lumbar y establecer mecanismos que alerten a los profesionales. También plantean desarrollar programas de educación sanitaria para los pacientes, de modo que sean conscientes de que las resonancias solo son útiles en algunos casos.